Quizás no le has tomado el peso a la relevancia que tiene tu instructor deportivo. Es muy importante que entrenes con alguien que, por sobre todo tenga estas dos cualidades: aptitud y actitud. La conjunción de ambos aspectos determinará su éxito a la hora de llenar sus clases.

En una profesión en la que estás en contacto con tanta gente que pone en sus manos nada menos que su salud, esperas que no esté ahí por el mero hecho de cobrar un sueldo a fin de mes. Quieres que viva y sienta su profesión. Que sea su vocación. Que evolucione y aprenda constantemente. Que sea un ‘friki’ de lo que hace, dentro y fuera del trabajo. Porque si es así, estoy seguro que va a ser un/a gran profesional que conseguirá contagiarte su entusiasmo, que te motivará, y hará que ames lo que el/ella ama.

El trabajo de un instructor no se limita a dar la clase y ya está. Un buen instructor no sólo te dirige para ponerte en forma, sino que tiene algo de psicolog@, de amig@, te escucha fuera de la clase, empatiza contigo, te da consejos y todo ello no sólo limitado al plano común del deporte y la salud, sino al plano personal.

Una personalidad abierta y empática, hará que veas a ese monitor más que un monitor, un amigo.